domingo, 19 de octubre de 2008

Zahara de los atunes, el encanto de un pueblo marinero


REBECA RUIZ
Las cañas de pescar inundan la arena. Una al lado de la otra creando una hilera paralela a la línea invisible que forman las olas al romper. Los pescadores, siguiendo las horas de las mareas, acuden a la playa para pescar. Y es que el pueblo vive del mar, unos de la pesca menor y otros pescando atún con la almadraba, un arte de pesca milenario que ya utilizaban los romanos tantos años atrás. Y esto se nota en el día a día de este pequeño pueblo marinero, tan abajo en la península que se huelen los olores de oriente.

Disfrutar aquí no es difícil. Es uno de los pocos lugares en los que el verde de la naturaleza se funde con la arena del mar. El paisaje invita a descansar y sentir el contacto de la arena en los pies durante el paseo a lo largo de sus más de 8 kilómetros de playa, una de las más grandes que aún quedan en la provincia de Andalucía.

Y se entra en el pueblo y los muchos resquicios que quedan de la historia olvidada de esta pequeña pedanía gaditana inundan la calle. Como el palacio Chanca donde se guardaban los enseres de la almadraba en tiempos del Duque de Medina Sidonia o la iglesia del pueblo que se encuentra escavada en un trozo de roca y tanto en verano como en invierno un aire fresco te acaricia la cara cuando entras en la ermita.

Anochece y los pescadores recogen sus anzuelos. Las luces de África se divisan desde la playa, cuando la mar está en calma y el cielo despejado. Sentado en la terraza de los muchos chiringuitos que dan al mar, uno disfruta del momento y se recrea con el viaje vivido.


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