Joyas olvidadas; La Cartuja de Santa María de la Defensión

REBECA RUIZ

Todas las ciudades del mundo esconden monumentos, plazas o iglesias que han visto pasar los años sin que hayan conseguido captar la atenta atención de los visitantes. Son joyas olvidadas, tan inmersas en la rutina de las ciudades que han acabado por pasar desapercibidas, sin que algún transeúnte levante la mirada ante un edificio que rezuma historia.

Cae la tarde en Jerez de la Frontera. A las afueras de la ciudad gaditana se levante la majestuosa Cartuja de Santa María de la Defensión. Un monasterio gótico levantado en el siglo XV bajo las órdenes del caballero jerezano Álvaro Oberto Valeto para la hermandad de los Cartujanos.

Los rayos de sol iluminan el pórtico dándole un color dorado que realza su belleza mientras recibe a los invitados al claustro. El portal responde a los gustos andaluces de la época, sobriamente decorado con escudos, flores y semiesferas de cerámica vidriada de un negro azabache.

Al recorrer el patio de adoquines las voces de las monjas de Belén, que actualmente viven en el convento, inundan el ambiente. Se llega a la fachada principal y es agradable recorrer los recovecos del frente de la ermita mientras se escucha el canto de las religiosas de fondo.

En el interior destacan la sillería de madera tallada del Coro de Padres, el retablo mayor que sustituyó al antiguo y el pequeño claustro gótico. Todo esto es difíciles de admirar por la situación de clausura de las monjas. Esto provoca un régimen de visitas al monasterio muy reducido y es una de las causas que ha provocado que la mayoría de los jerezanos no conozcan esta ermita histórica que tienen en su propia ciudad.